Viendo los acontecimientos de los últimos meses, la acción comunicativa de este gobierno y los vaivenes estratégicos del Ejecutivo, nos podríamos preguntar: ¿Cuál es el futuro del Gobierno Sánchez a medio y largo plazo? Repasemos:
A nivel internacional, ha dejado tirado al Sáhara, aliándose
con Marruecos y provocando un gran enfado a Algeria, uno de los principales
socios gasísticos de España. Es decir, en plena ola de aumento de precios de la
energía, apostó por aliarse con un Marruecos, un aliado muy poco fiable y que
pone en aprietos al gobierno con escenas como las de la matanza de Melilla del
mes de junio. Justificar esas acciones sin acordarte de las víctimas no es em
mejor mensaje que uno podría esperar de un líder democrático. Sánchez ya tiene
su Carajal. A su favor en este sentido, tiene que la cumbre de la OTAN en
Madrid ha sido un éxito internacional para él, pero siendo realistas, estos
éxitos se traducen relativamente poco en votos.
A nivel nacional, se enfrenta con un cambio de liderazgo en
el PP, mucho más presidenciable que Casado, mucho más formado y experto y,
sobre todo, con el bagaje que supone para Feijóo el haber presidido Galicia
durante una década. Contra Casado se gobernaba mucho mejor.
A nivel parlamentario, las decisiones tomadas en los últimos
meses, el escándalo Pegasus y su falta absoluta de empatía respecto a las
necesidades u opiniones de sus socios, está provocando una soledad que pronto
podría provocar un accidente político en las próximas semanas. Puedes hacer
escoger entre “el fascismo” y el chantaje del “si yo no estoy vienen los otros”
durante un tiempo, pero no eternamente. La paciencia tiene un límite.
A nivel de Gobierno, Sánchez se ha pasado la legislatura
ninguneando y no dialogando con sus socios de Podemos en la gran mayoría de las
decisiones importantes que ha tomado el Ejecutivo. De hecho, en muchas
ocasiones sin anunciárselo. De nuevo, la paciencia tiene un límite, aunque el
partido morado esté atado de manos. Probablemente crea Sánchez que los votos
que pierda Podemos se los vaya a llevar el PSOE, pero eso es un absurdo visto
lo que ha ocurrido en las elecciones de Andalucía, en las que se los ha quedado
el PP o se han ido a la abstención. Cuando en tus últimas declaraciones
apuestas por sugerir a la izquierda que debería aceptar con normalidad que hay
que subir el presupuesto en Defensa, cuando tus postulados son los mismos que
los de la derecha y ya nadie se acuerda de las últimas medidas de izquierdas
que tomó tu partido, luego no te extrañes que tus votos se vayan a la derecha.
De hecho, la agenda de Sánchez ha sido siempre derechizar al
máximo el partido, aunque probablemente en el PSOE dirían “centrarlo”. Empezó
mostrando una gran bandera española en un mítin electoral y sugiriendo que el
partido debía recuperar “la bandera” como gran valor. Como dijo un sabio,
“cuando luchas por la bandera, no lo haces por los derechos sociales”.
Siendo optimistas, no se puede ser demasiado optimista com
el futuro del Gobierno de Sánchez. No se ha enterado aún que no tiene mayoría
absoluta, cree que con ser guapo y carismático le bastará para ganar los
comicios, pero la realidad es que Feijóo ha recuperado muchos votos que se
habían ido a VOX y está haciendo lo que ellos llaman “una oposición responsable
y de Estado”. Esto último sólo es cierto si lo comparas con la oposición que
hacía Casado, pero puede ser suficiente para que el votante indeciso, el que no
le importa votar a un partido o a otro, decida cambiar el rojo por el azul. Eso
es lo que te hace ganar elecciones, sobre todo en un panorama electoral en el
que el bipartidismo no ha renacido y en el que Podemos y VOX aún están a ambos
lados de los dos grandes partidos, una vez desaparecido Ciudadanos.
Para terminar, a nivel de partido, si nos imaginamos un
futuro en el que el PSOE pierde las elecciones o no suma para gobernar, vemos
un panorama electoral realmente difícil para el PSOE. En 2010 fue el PASOK
(Partido Socialista griego) el que pasó a la irrelevancia, hace dos días en
Francia le pasó lo mismo al partido socialista francés (y al republicano, de
hecho). Es difícil que el PSOE desaparezca de un día para el otro, sobre todo
en un panorama en el que no hay alternativa con Ciudadanos (afortunadamente)
moribundo. El partido está muy arrelado a nivel local y regional y no tiene
escisiones como las de Podemos. Los barones están aún vivos y eso le da al
partido una cierta fuerza.
Pero a nivel nacional, lo cierto es que básicamente el PSOE
actual es Sánchez, igual que lo fue con ZP o con Felipe González en sus tiempos.
Cuando pierda las elecciones (ya seas las próximas o las siguientes) dejará un
páramo con ocho años de legislaturas del PP de un Feijóo que no es tan moderado
como parece. El futuro no es en absoluto prometedor a menos que Sánchez, de nuevo, vuelva a sacarse una última vida de la chistera, haciendo gala de su celebérrimo "Manual de supervivencia".
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