dimecres, 13 de juliol del 2022

Ferreras, Villarejo y sus amos

Esta semana hemos conocido los audios de Ferreras con Villarejo, en los que el periodista reconocía haber publicado informaciones sobre Pablo Iglesias que sabía que no eran ciertas, con la paupérrima excusa de que la información se la filtró el director de OK Diario Eduardo Inda. Si uno obtiene una información de su "hermano", la labor que tenemos como periodistas no es publicarla porque crees en él, es contrastarla. Y con varias fuentes. Y si estás seguro, publicarla. Si sabes que no es cierta y la publicas igualmente, dice mucho de ti como ser humano, como demócrata y como periodista. Tambié dice mucho que, una vez se destapa la conversación con el comisario, tu gran excusa sea que Podemos también está haciendo una campaña contra ti y tu cadena. Es decir, patada adelante, sin mirar atrás, sin pedir disculpas, sin un atisbo de autocrítica. El clásico "Y tú más". El propio Jordi Évole, quien es también amigo de Ferreras, le reprochaba precisamente eso en este artículo de La Vanguardia

El problema con Ferreras, más allá de que sea el director de una televisión más influyente que popular, más allá, más allá de que lleve años dirigiendo una de las tertulias más vistas de la televisión, más allá de que alardee a diario de hacer "más periodismo" cuando realmente hace un espectáculo televisivo de polémica y propaganda, más allá de eso, el problema con  Ferreras es que sólo es la punta del iceberg de un sistema judicial, policial, político y mediático reaccionario. Ese sistema, que aguantó hace 80 años a Franco en el poder durante cuatro décadas, y que ha aguantado una ilusión, una apariencia de democracia desde la Transición, tiene como objetivo mantener el status quo y tiene como grandes enemigos al independentismo y a partidos como Podemos. Y contra ellos, todo vale: denuncias falsas, informaciones tendenciosas escritas a medida para ser incluidas en una causa judicial ilícita, junto a informes policiales sesgados, no firmados y encargados por gente como el comisario Villarejo y algunos de sus colaboradores. Pero la pregunta que deberíamos hacernos es ¿Quién les contrata? Me parece perfecto juzgar a Villarejo y, si le condenan, que pase el resto de sus días en prisión, pero ¿y sus amos, quienes le contrataron? ¿Donde está la causa judicial contra ellos? No queremos cabezas de turco. 

Volviendo a Ferreras, si viendo "Al Rojo Vivo" no quedaba claro que lo menos importante para él era la información certera, tras este escándalo queda patente. Tras este escándalo, quedan él y su equipo a los pies de los caballos. Si no dimite, deberían echarle porque sin duda ha perdido toda credibilidad. Pero si su programa continua es porque en este país no pasa nunca nada. Cuando actúas contra determinados sectores, cuando proteges a determinados amos y cuando te has vendido desde hace décadas al poder, se te garantiza una inmunidad, por lo menos momentánea. Pero ese poder, me temo, le dejará caer eventualmente, porque Ferreras, que lo ha sido todo en La Sexta, ha puesto en peligro no sólo su programa, sino la credibilidad de toda la cadena. Con este escándalo, queda en entredicho todo lo que ha hecho en los últimos años y justifica cualquier crítica que se le pueda hacer desde cualquier sector. 

La portada de la revista satírica "El Jueves".

Porque cuando Ferreras rompe con el principio básico del periodismo (no comprobar una información, publicarla a sabiendas que es falsa), tu carrera profesional debería estar terminada de inmediato. Si lo hiciera cualquiera de los periodistas de a pie que malviven con sueldos miserables (o que como en mi caso, han tenido que dejar la profesión), nuestra carrera profesional habría acabado. 

Pero esto no es nuevo, Ferreras ha supuesto una forma infame de hacer "Más Periodismo": Tensión, confrontación, discusión, más bien poco análisis y sí, horas y horas de trabajo, pero como todo el resto de la profesión, ni eso es un mérito. El Caso Ferreras muestra cómo la cultura democrática está por los suelos en España. Se justifica lo injustificable, se hacen actos de fe, en lugar de contrastar la información y se mueve cielo y tierra para eliminar a quien se considera rival político. Poco nos pasa, la verdad.

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