dimecres, 13 d’abril del 2022

El futuro del país

La luz sigue en niveles astronómicos, los carburantes (a pesar de la rebaja del Gobierno de 5 céntimos) están altísimos, la comida, por todo ello, está cada vez más cara y por supuesto los sueldos no van a subir a corto plazo.  A pesar de que la economía ha mejorado bastante tras el fin de la pandemia, no parece que un aumento en los sueldos vaya a estar en la agenda de la patronal. Como reza su mantra, “No es el momento”. Como si alguna vez en la historia de la patronal hubiesen considerado lo contrario. Pero antes de que el tertulianismo patrio comience a echarse a la cabeza los sindicatos, las pymes, los funcionarios, los autónomos y los asalariados, como si fueran armas arrojadizas de un teatrillo barato, deberíamos reflexionar sobre un par de asuntos.

¿Cuál es el futuro de este país, si las grandes empresas energéticas eléctricas y petroleras son todopoderosas e impiden que prolifere sin tantas ataduras ni peajes las energías limpias o el autoconsumo? ¿Cuál es el futuro de este país si, como comentábamos en el anterior post, el PSOE se ha vendido desde hace bastantes años al capital? Quizá nos espere un futuro como el de Francia, en el que en el menú de las elecciones presidenciales existen sólo dos platos, la nueva derecha de Macron y la nueva ultraderecha de Le Pen. Siempre he dicho que otra derecha es necesaria en España, que el PP tiene mucho a envidiar a las derechas europeas, en su mayoría menos casposas y más proclives a aislar a las ultraderecha.

Por mucho que Núñez Feijóo se empeñe en mostrar su cara más moderada y centrista, lo cierto es que su primera decisión, aún antes de ser oficialmente nombrado líder del PP, ha sido autorizar que el PP de Castilla La Mancha pacte con la ultraderecha. Nadie en su sano juicio puede creerse que como líder in pectore no tenía poder para detenerla o que “lo decidió Casado” (lo decidiera realmente o no) o que él no la conocía o le era imposible detener esa decisión. El PP no funciona así. En el PP el líder manda, el resto obedece. Punto.

Si en el PP aceptan la ultraderecha como lo que ha sido siempre, una parte escindida de ellos mismos, y por lo tanto, un aliado natural. A pesar de que lo hagan (o nos hagan creer que lo hacen) con una pinza en la nariz.

Por eso es tan importante que exista una izquierda fuerte en España, no descafeinada, no asimilada por el sistema, no deudora de los bancos y no al servicio de las eléctricas. Es necesario un partido de izquierdas fuerte, un partido que obviamente no es el PSOE. Podemos por su parte, haría muy bien de volver a intentar consenso con las distintas formaciones de izquierdas de todo el territorio, pero sin querer asimilarlos u absorberlos, como han intentado sin éxito en los últimos años, provocando precisamente el fin del los bloques comunes en distintas comunidades. Si no aceptan que, aunque comparezcan bajo un paraguas común, son entidades distintas, nunca conseguirán que la macedonia de partidos de izquierda se unan en un proyecto común.

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