diumenge, 27 de setembre del 2015

Elecciones catalanas 2015

Viñeta de @ferranmartin
En estas elecciones tienen dos ganadores, los que están a favor de la independencia y los que no. Los que destacan de su lado los escaños y los que destacan del suyo los votos. Los que destacan que el independentismo no consigue votos suficientes para declarar la independencia y los que se sienten legitimados para seguir con un proceso independentista porque su victoria sobre el resto es contundente (más de 40 escaños por encima del resto de partidos) y duplican los votos del primer partido de la oposición (en este caso, Ciudadanos, que obtiene 711.000 votos frente a los 1.574.000 de Junts Pel Sí). 

Mapa de resultados de las poblaciones catalanas. 
Analizando los resultados, vemos que JxSí se quedan muy cerca de la mayoría absoluta, ganando en la gran mayoría de ayuntamientos y en todas las comarcas catalanas (como vemos en la foto). Ciutadans consiguen adueñarse del voto anti-independentista subiendo de los 9 a los 25 escaños actuales, el PSC del bailongo Iceta salva los muebles con 16 escaños (perdiendo 4 respecto a 2012), Catalunya Sí que es Pot (Podemos + ICV) tienen un mal inicio en Cataluña con sólo 11 escaños cuando las encuestas les ponían con 18, el PP se estrella a pesar de su candidato Xavier García Albiol y la CUP saca los mejores resultados de su historia con 10 escaños, triplicando los resultados de 2012 (muy destacable, teniendo en cuenta que son un partido anticapitalista en un territorio de burgeses). De los que se han quedado fuera, hay que destacar a Unió, que ha pagado cara su aventura sin Convergència y Pacma, que una vez más se queda como el más votado de los partidos minoritarios sin representación parlamentaria consiguiendo casi 28.000 votos. 

Es obvio que se puede elogiar los resultados de Cs y la CUP, que son quienes más suben en estas elecciones. También hay que mencionar los bailes de Iceta, que a pesar de no presentar ninguna idea le han mantenido en los telediarios, por tanto, en la mente de los votantes (lo cual dice mucho del ser humano). Es innegable que CSQP y PP no han entendido de qué va el tema. Los primeros han planteado una campaña errónea, con un mal candidato como Rabell, que ni es joven ni da la imágen ideal para el partido a quien representa, o con sonoras salidas de tono de Pablo Iglesias, creyendo que estaban en los 80 o 90 y que podrían aspirar al cinturón de Barcelona cuando el partido que se jugaba es otro muy distinto (curioso, viniendo de uno de los partidos de la "nueva política"). Por su parte, el PP, azote de todo lo que significa ser catalanista en las últimas décadas, ha pagado muy cara su durísima campaña del miedo y apostar por un candidato tan alto como xenófobo como García Albiol, que esperaba limpiar Cataluña y a quien le han acabado limpiándo la cara. Errores y actitudes así, se pagan caros. El PP no sólo no ha podido neutralizar el crecimiento de Ciudadanos, sino que ha perdido 8 escaños, se ha quedado como penúltima fuerza electoral y sólo supera en un escaño a un partido a quienes ellos consideran como "radicales". Deberían pensar en quien hace realmente el discurso más radical en Cataluña.

Es igual, pero no es lo mismo
Lo cierto es que interpretaciones y cábalas aparte, hay que valorar qué futuro le espera a Cataluña internamente y en sus relaciones con el resto de España. Lo cierto es que estos resultados no son suficientemente fuertes como para que el lunes 28 se declare uniteralmente la independencia, pero tampoco como para que todo siga igual. En el Parlament catalán ahora hay una mayoría absoluta de partidos independentistas, hecho que no había pasado jamás. Lo lea quien lo lea eso es una victoria para estos partidos. Además, que Junts pel Sí no tenga mayoría absoluta significa que la coalición va a tener una gran dependencia de la CUP, de quien necesitará 6 diputados. Eso, a pesar de lo que digan las tertulias y los titulares de la prensa del lunes, no sólo no detendrá el Procés, sino que posiblemente lo acelere. Para empezar porque han afirmado ya que no van a votar a Artur Mas en el proceso de investidura. La CUP, que es un partido ciudadano con casi tres de décadas de existencia, apuesta por la independencia y, como ha dicho el propio Antonio Baños, está más preocupado por el proceso que por quien gobernará la Generalitat. Por tanto, le guste a quien le guste, el proceso va a seguir. 

Mapa de resultados de las comarcas catalanas.
Y va a seguir a pesar de que (a la hora que escribo este artículo) los votos claramente a favor de la independencia son 1.900.000 y el resto, con sus muchos matices, son 2.050.000 (aprox). Eso no significa necesariamente una derrota plebiscitaria teniendo en cuenta que CSQP se ha mostrado a favor del voto a decidir, y técnicamente quizá no habría que incluirles en el voto del no, pero sí es muy indicativo de un empate técnico en cuanto a votos. Y el proceso también va a seguir posiblemente porque los independentistas poseen una legitimidad parlamentaria tras unas elecciones plebiscitarias (lo cual no deja de ser irónico). Y va a seguir sobre todo porque el inmobilismo, como su propio nombre indica, no lleva a ninguna parte, y menos en política. Otra cosa es a donde lleve ese proceso, qué consecuencias tenga o qué se consiga con él, pero eso el tiempo lo dirá. 

No quiero dejar de destacar la histórica participación del 77,46% de los votos (y más tratándose de unas elecciones autonómicas), difícilmente repetible en próximos comicios y elogiable en cualquiera de los sentidos. En resumen, creo que la situación del independentismo en Catalunya no sólo no se detiene, ni se acelera con un turbo, sino que se mantiene a la velocidad actual. La situación política, tras estas elecciones, va a cambiar muy poco. La actitud del resto de españoles respecto a los catalanes desde luego no va a cambiar, pero la actitud de los catalanes respecto a España sí ha cambiado comparándola con décadas atrás, han perdido el miedo. Y eso no es algo que desaparezca de un día para el otro. Los movilizados van a seguir movilizados y no hay campaña del terror bancario ni difamaciones gubernamentales que lo puedan evitar. Todo sigue igual, pero en cambio nada es lo mismo. 

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