Leyendo sobre el llamado #CoronaVOX y la reacción que ha provocado de su líder, regresa una vez más la eterna reflexión y la discusión periodística: ¿por qué le damos voz a un partido fascista que no tiene complejos en poner en riesgo a sus propios seguidores? ¿Por qué promocionamos cada estupidez supina que dice su líder?
Porque cuando habla este hombre, hay que tener claro que no informamos, le promocionamos. ¿Por qué patrocinamos su crecimiento dando voz a un partido que acabaría con la libertad de expresión e información si llegase a la Moncloa?
Y tengamos claro que hoy casualmente este líder ha decidido salir a vomitar sus teorías conspiranoicas sobre el Gobierno, el día que se ha sabido que su mano derecha está contaminada del famoso virus y la ha estrechado a decenas de seguidores en Vistalegre. Y todos los medios, picando y vendiendo su mensaje, promocionándolo, que da audiencia.
Hay muchas maneras de combatir al fascismo, pero repetir como loros todo lo que dicen, no es una de ellas. El aislamiento y el bloqueo mediático (que en Grecia funcionó fantásticamente), sí lo son. A ver si aprendemos de ellos, por una vez.
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