La semana pasada hablaba de estas elecciones. Hoy por la mañana vemos que se ha cumplido el pronóstico de un aumento exponencial de VOX (han duplicado los resultados de abril) y hemos visto que la apuesta de Pedro Sánchez no sólo no le ha dado más votos, sino que usando el mismo discurso que la derecha no ha conseguido ni uno de los escaños que quería robarle a Ciudadanos. Exitazo.
Como escribía el día 6, "¿Qué podía salir mal?". El PSOE y Ciudadanos no han entendido que hacer el mismo discurso que la ultraderecha solo beneficia... (segundos de tensión)... (redoble de tambores)... (Ay, qué nervios!) A LA ULTRADERECHA! ¡Qué sorpresa amigous! ¿Quien lo hubiera imaginado?
¿Quien podría haber pronosticado que años y años de discurso tensionado de Ciudadanos en y contra Cataluña causaría el ascenso de la ultraderecha y la caída en picado de los de Albert Rivera? ¿Quien podría imaginar que usar el mismo discurso que la ultraderecha no conseguiría ni un solo voto o escaño a un partido que se autodenomina socialista como el PSOE? ¿Quien podría haber predicho que aprobar en campaña electoral un decreto ley que permite bloquear webs y redes sociales sin orden judicial no iba a dar ni un solo voto de izquierdas al PSOE?
Hay que reconocer que el único político que se dio cuenta del error fue Pablo Casado, que después de haber normalizado a VOX con la ayuda de Cs en Andalucía, se dio cuenta que le estaban dando cuerda a un lobo que podía acabar comiéndoselos con el tiempo. Cambió su discurso y se fue hacia el centro (a pesar de no variar ni un milímetro su discurso sobre Catalunya) para diferenciarse de los otros fascistas de VOX.
En fin, ahora, a apechugar con lo ocurrido, a dar el finiquito a según qué politólogo iluminado y a replantearse cómo no estrellarse en las próximas semanas. Porque si la pasada investidura ya fue un espectáculo lamentable, este quinto intento de Pedro Sánchez puede ser el definitivo: Preparando palomitas.
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