A Ramón le conozco de hace bastante tiempo. Ha sido tertuliano en muchas ocasiones en La Plaza en Llamas (como podéis ver en este link), la primera en 2013, antes incluso de que existiese Podemos. No somos íntimos ni nos vamos a tomar copas juntos, pero siempre ha habido cordialidad entre ambos cuando nos hemos visto en los platós de Tv y radio. Me parece un gran tipo y siempre fue un placer tenerle en el programa. Así de llano y así de claro. Toda la polémica sobre su piso me parece el enésimo ataque de un sector de la sociedad que quiere acabar con la imagen de algún miembro del partido de Pablo Iglesias. En este caso, un buen amigo suyo y compañero de partido.
Es innegable que puede existir una cierta incoherencia en lo que uno propugna y lo que uno hace. La venta del piso, según las informaciones aparecidas en los medios, pudo ser hecha de otra forma. De hecho, en mi programa recuerdo haberle escuchado en varias ocasiones que no se puede especular con viviendas públicas. Ha sido siempre uno de sus mensajes más claros y fuertes, pocas veces rebatido por sus tertulianos "rivales". Pero ¿qué derecho tiene un determinado sector de la sociedad a juzgar lo que haga, como dicen en Podemos, "un chaval que no puede pagarse su piso"?
No me entendáis mal, entiendo que a Ramón Espinar se le critique por sacar una plusvalía (por ínfima que sea, en términos inmobiliarios) de un piso de una cooperativa, en lugar de devolverlo. Es un claro caso de incoherencia en el mensaje. Pero repito, hay también una incoherencia en la crítica a Ramón.
Ramón Espinar, en La Plaza en Llamas, el 24-10-2013. |
El juicio ético y sobre todo mediático a Espinar se realiza hoy, en 2016, cuando es un personaje con varios cargos públicos representando a Podemos, conocido por su activismo social en Juventud Sin Futuro, por sus intensas participaciones en tertulias de todas clases y canales y por ser amigo de Pablo Iglesias. Aun siendo la misma persona, no es la misma persona que en 2007 compró un piso a una cooperativa con ayuda económica familiar o quien la vendió en 2011 con un beneficio económico cercano a 20.000 euros. No lo es porque no existía sobre él un foco mediático. Es obvio que las personas anónimas realizan acciones que no realizarían de ser conocidos en toda España, es obvio que si esta venta la hubiese realizado hoy, Ramón merecería toda crítica por la clara disonancia entre lo que se proclama y lo que hace, pero no me parece justo ni adecuado criticar al Ramón de 2011 por, como comentó él mismo, "no poder hacerme cargo de la hipoteca del piso".
La incongruencia temporal del juicio ético a ambos Ramones, como si fuesen el mismo, cuando las circumstancias personales han cambiado, puede parecer poco lógico, teniendo en cuenta que se trata de un juicio mediático sobre un comportamiento ético, y teniendo en cuenta la ya mencionada variabilidad temporal de las circunstancias personales de Espinar. Antes que nada, debo aclarar que no me parece normal victimizarle como se ha hecho desde Podemos. Si alguien ha cometido un error o ha realizado un acto poco ético, debe asumir las consecuencias. Pero la contundencia con la que se señala a Ramón por una supuesta incongruencia entre discurso y actos, teniendo en cuenta el dedo acusador, sólo puede ser definido como "la venganza del corrupto". Quien ha hecho y deshecho en asuntos turbios de toda clase y ha ninguneado las posibles faltas de los políticos afines, se dedica a reprochar en los agentes públicos de Podemos (que exigen desde siempre un nivel muy alto de transparencia y honestidad política) que su comportamiento no es el adecuado. Ya lo afirmaba Ferran Monegal en su sección de "Julia en la Onda" (en el minuto 3:40 del audio).
Sería interesante revisar si, quienes se llenan ahora la boca con el caso de Espinar (no hablo de la periodista de la SER que sacó la información, sino de determinados partidos políticos y del tertulianismo patrio de bandera en la pulsera), han defendido en alguna ocasión la venta de vivienda pública. Es decir, la incongruencia no solo va en un sentido. Quien acusa debe o debería ser tan moralmente intachable como el comportamiento que exige.
Por otro lado, es necesario destacar que desde Podemos quizá se haya abusado un poco de frases como "hay una campaña contra nosotros". Aunque pueda ser cierto, hecho que no descarto en absoluto, comunicacionalmente este tipo de afirmaciones tienen consecuencias. Entre las buenas, bunkerizar a tu electorado, troyanizar a tus tropas en la defensa de tus congéneres, entre las malas, puede parecer que intentas desviar el tiro con teorías conspiranoicas, sean o no ciertas. Como me dijo un profesor de psicología en cierta ocasión, "que un paciente sufra paranoia no significa que no le estén persiguiendo, realmente".
Hablando de dedos acusadores, ayer el periodista José Luis Roig insinuó en un par de ocasiones en "Mas vale tarde" de laSexta que el dinero con el que se pagó el piso de Espinar podría provenir de su padre, implicado en el caso de las "Tarjetas black". Quizá este tertuliano conservador, por un poco de respeto a su propia profesión, debería tener más respeto por la audiencia y no hacerse eco de un rumor si no se tiene prueba alguna del asunto. Porque cualquiera podría argumentar que tal periodista o político es un pederasta, por ejemplo, pero sin tener prueba alguna no es nada más que una irresponsabilidad muy grave.
Con este artículo de opinión no he pretendido hacer una defensa aguerrida de Ramón, ni de su comportamiento, ni denunciar campañas contra él ni su partido. No soy militante de Podemos, no creo que lo llegue a ser nunca, ni por mi profesión periodística ni por mi ideología personal (nunca me ha gustado que un partido me diga qué debo pensar o decir en público). Creo que el valor de este artículo es mostrar que la incongruencia tiene dos lados, que la crítica es muy necesaria pero hay que vigilar que no se vuelva contra nosotros y, sobre todo recordar que juicios mediáticos, los justos, que los carga el diablo. Un saludo, Ramón, si me estás leyendo.
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