Lo cierto es que es complicado analizar los resultados electorales con algo de frialdad y distancia. La hostia ha sido demasiado grande. Pero lo cierto es que ha sido la gestión de las expectativas lo que ha vuelto a deprimir al votante de izquierdas. Tras semanas, semanas y semanas con la palabra "Sorpasso" en la boca, al no conseguirle el mismo muchos la han cambiado por otra, "fracaso". ¿Pero realmente es un fracaso? Técnicamente lo es, en el sentido que a pesar de sumar a Podemos e IU, no se han mejorado los resultados del 20D y desde luego no se ha superado al PSOE, que aguanta. Hace tiempo comenté que los dinosaurios mueren lento y mueren matando, en referencia al bipartidismo. Como esto no cambie un poco (la ley electoral, para empezar), no van a morir nunca.
A alguna mente privilegiada se le ocurrió tras ver varias encuestas, que el sorpasso era posible. En Podemos compraron la idea y todos nos lo creímos. Y prácticamente todas las encuestas lo reflejaron ininterrumpidamente desde esa fecha hasta el día de las elecciones. Desde luego, fue un error en Podemos comprar ese mensaje, visto lo visto. A toro pasado es fácil decirlo, pero lo cierto es que los votos cambian siempre muy poco en un espacio tan reducido de tiempo. La izquierda y la derecha prácticamente han repetido resultados en escaños, con un destacable regreso del voto del PP, prestado a Ciudadanos en las pasadas elecciones. La gestión de la ilusión es buena y necesaria, pero al parecer en Podemos siempre se les va un poco la mano. Desconozco si la campaña del sorpasso era una estrategia para hundir moralmente al votante de Podemos, quien tanto el domingo 26 como el lunes 27 han mostrado en las redes sociales su desencanto y su exasperación más grande. La desmovilización del voto de izquierda parecía ser un objetivo, vistos los resultados. Un objetivo que en PP y Ciudadanos pueden dar por conseguido, ya que el voto de izquierdas es un voto emocional y tras una decepción de tal calibre probablemente muchos votantes han abandonado la ilusión.
Fuente: CadenaSER.com. |
No digo que no tenga un cierto sentido, visto el espectacular ascenso de escaños del PP tras los mil y uno casos de corrupción que han ocurrido en los últimos años en España (el Fernandez Díaz Gate, sin ir muy lejos). Precisamente ese es el reto de Podemos e Izquierda Unida, intentar superar la "depresión por escaños" y mantener a su electorado a pesar de lo que algunos consideran un batacazo, a causa de no haber conseguido el tan deseado sorpasso. Podemos, en este sentido, debe hacer autocrítica y tener claro que se debe mantener la cabeza más fría en cuanto a los sondeos. Como decíamos antes, la intención de voto no cambia tán rápidamente como las encuestas de Metroscopia, y quizá una estrategia de intentar superar al PSOE, no al PP (es decir, no dar por hecho el sorpasso), hubiese sido más acertada. En primer lugar porque el mantenimiento del voto propio hubiese sido más valorado en un sistema bipartidista como este y en segundo lugar porque se hubiese evitado la depresión que siente a día de hoy el votante de izquierdas y frases como "no voto más, esto no sirve para nada". Repito que "a toro pasado" las cosas se ven muy sencillas, pero lo cierto es que un equipo de gente preparada como la cúpula de profesores universitarios de Podemos debería haber previsto que el voto no cambia de manos con tanta facilidad en escasos seis meses.
En realidad, ése es el gran problema de los partidos de izquierdas, la gestión de la ilusión y la fidelización de un voto en ocasiones demasiado volátil. Y ello es más difícil todavía si le sumamos la constante compra de argumentos de la derecha por parte de partidos de izquierda. Un ejemplo de compra de argumentos: El mal llamado "problema catalán", en el que lo que decía el PSOE en la Transición (o sin ir tan lejos, hace escasamente 5 años) y lo que dice ahora, no tiene absolutamente nada que ver.
Un sistema electoral perverso
No hace falta ser politólogo para ver que el sistema D'Hondt y las circunscripciones electorales son una gran lacra para este país. Sin querer presentar un argumento llorón, lo cierto es que parece un poco perverso el reparto de escaños. Veamos esta tabla.
- PP - 8 millones de votos (33%) - 133 escaños
- PSOE - Casi 5,5 millones (22,6%) - 85 escaños
- Unidos Podemos - 5 mill (21%) - 71 escaños
- Ciudadanos - 3 millones (13%) - 32 escaños
Parece poco entendible que un partido que ha conseguido un 22% de los votos tenga 14 escaños más que uno que ha obtenido un 21%. O que si sumamos los votos de Ciudadanos y PSOE (35%) sumen más votos que el PP (33%), pero los de Rajoy obtengan 21 escaños más que estas dos formaciones sumanas. La desproporción es obvia y ya conocida desde hace años, pero no por ello menos indignante. Obviamente, vistos los resultados, ni PP y PSOE moverán ni un dedo para cambiar esa ley electoral, la proporcionalidad o las circunscripciones electorales (que es donde se juega el meollo del asunto). Si nos fijamos en la zona baja, lo veremos más claro todavía:
- PNV - 286.000 votos (1,2%) - 5 escaños
- Partido Pacma - 284.000 votos (1,1%) - 0 escaños
- EH Bildu - 184.000 votos (0,77%) - 2 escaños
- Coalición Canaria - 78.000 votos (0,33%) - 1 escaño
Igual que en la tabla anterior, vemos que el PNV, EH Bildu y Coalición Canaria obtienen una proporción de escaños excesivamente representada, respecto a otros partidos que se presentan en más de una circunscripción. Es decir, Pacma no obtiene escaños mientras que Coalición Canaria, que ha obtenido 210.000 votos menos, es premiada con uno. Este es y ha sido siempre un sistema injusto instalado a sus anchas en un país ya de por sí corrupto.
Los pactos
En este sentido, lo cierto es que el PP necesitará a Ciudadanos para gobernar, además de la abstención de varios partidos minoritarios. Un PP en minoría es siempre mejor que uno con mayoría absoluta, pero la peor noticia de estas elecciones probablemente sea que los escaños de PP y Ciudadanos (169 sumados) superan claramente a los 151 de PSOE y Unidos Podemos, con lo que el Gobierno de izquierdas es más inviable que hace seis meses. En este sentido, Rajoy lo tiene muy fácil para repetir, ya que dificilmente Ciudadanos podrá imponer la marcha del presidente en funciones, habiéndose dejado ocho escaños por el camino respecto al 20D. Por mucho que Albert Rivera insista en que se marche Rajoy para apoyar al PP en la investidura, la alternativa serían unas terceras elecciones que nada bueno pueden augurar a casi ningún partido. El "virgencita virgencita" será la canción del verano, al parecer. A menos que se produzca una improbable gran coalición PSOE-Ciudadanos-Podemos, es más que posible que volvamos a sufrir a Rajoy por los próximos cuatro años.
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