dimarts, 15 de desembre del 2015

Venezuela, delfines y debates

En el programa Vida digital podréis escuchar mi sección mensual. Este mes, en el minuto 36:20 aprox. 



Texto: 
Hoy quiero empezar hablando de Venezuela, un país polémico donde los haya, que acaba de celebrar una elecciones parlamentarias que han supuesto una clara derrota del chavismo. Hay quienes afirmaban que este movimiento, el chavismo, perduraría por los siglos de los siglos, pero tras la muerte de su creador, lo cierto es que era complicado aguantar una estructura semejante sin los recursos económicos que el petróleo proporcionaba al país. Tras la crisis de esta materia prima y la fuerte caída de los precios, el mal-llamado régimen chavista lo ha tenido muy complicado para salir adelante. Y más con una figura tan poco carismática como Nicolás Maduro, quien es más un gestor gris que un parlamentario elocuente. Lo cierto es que cuando muere un líder o cae en desgracia es siempre muy complicado sustituirle. De hecho, lo más habitual es que el partido de ese líder caiga en la oposición para recuperarse, a menos que haya un delfín a la altura de las circunstancias, hecho que en realidad pocas ocasiones ocurre.

En España lo hemos vivido muchas veces, como en el caso de Aznar y Rajoy en el Gobierno o el caso de Pujol y Artur Mas en la Generalitat, casos en los que ambos delfines tuvieron que perder dos elecciones para conseguir devolver su partido al poder. Es cierto que en ocasiones ocurre, que un delfín es elegido, pero suelen ser presidencias de poco recorrido, de una legislatura como máximo, como en el caso de Margaret Thatcher y y su delfín John Major, quien fue derrotado por Tony Blair el año 97, o en Cataluña ocurrió con Pascual Maragall y su delfín José Montilla.

El caso es que, volviendo a Venezuela, la reelección de Nicolás Maduro va a ser realmente complicada en 2019, porque va a tener el parlamento en contra y le va a ser realmente complicado gobernar. Y de hecho, aunque pretenda llegar hasta el fin de su legislatura, en Venezuela, a pesar de que la llaman dictadura, tienen una figura legislativa, el proceso revocatorio, que permite echar a un presidente por medio de referéndum. Curiosa dictadura la que celebra elecciones en las que puede perder su líder y que tiene un proceso para echarlo si el pueblo lo decide. Pero nomenclaturas a parte, el chavismo, a menos que sepa renovarse y coger fuerza como ha hecho recientemente el PRI en México o como ha hecho en incontables ocasiones el peronismo en Argentina, parece que tiene por delante una carretera llena de curvas.

Debate a cuatro 
Por cierto, cambiando de tema, el lunes 7 se ha celebrado en España el primer debate a cuatro. Lo que podemos denominar el Neobipartidismo (es decir, a los tradicionales PP y PSOE se le suman los partidos emergentes Podemos y Ciudadanos) ha supuesto un cambio de formato en el que en lugar de un debate cara a cara, se apostó por uno a cuatro esquinas, excluyendo a dos de los partidos minoritarios de las últimas elecciones, UPyD e Izquierda Unida. El debate nos dejó muchos detalles interesantes, empezando por el formato, mucho menos rígido que cualquiera delos otros celebrados, aunque aún hubiera que mejorar muchos aspectos. Ni los presentadores ni los políticos parecían muy acostumbrados al modelo y se vio cierta rigidez en un formato que, a pesar de mejorar los anteriores, pudo ser mucho más dinámico. 

Por otro lado, el hecho más destacado fue la ausencia del presidente Rajoy, que por si alguien lo ha olvidado es candidato a estas elecciones y se excusó diciendo que no podía atender por “problemas de agenda”, que es quizá la excusa más pobre desde “mi perro se ha comido los deberes” o “mamá, mamá, me duele la barriguita, no puedo ir al debate, ya si eso manda a Soraya pa’ que se coma el marrón”. Ausentes aparte, está claro que el debate lo ganó un Pablo Iglesias que hizo un excelente minuto final, por encima de un dubitativo Albert Rivera, una vicepresidenta que recitaba en exceso de memoria o un Pedro Sánchez que, una vez más, desaprovechó la ocasión de dejar claro que es algo más que un maniquí alto y guapo. 

La victoria de Podemos en este formato es lógica, porque Pablo Iglesias domina la televisión mejor que cualquiera de sus contrincantes. Lo que nos hace sospechar un poco más es que medios muy afines al gobierno, o el propio ejecutivo en privado, decreten tan vivamente esta victoria del candidato de la coleta, que podría entenderse como una estratagema para debilitar al gran rival del Partido Popular en estas elecciones, Albert Rivera y sus Ciudadanos. El candidato catalán no estuvo tan mal como algunos medios y tertulianos le pintan en sus crónicas y comentarios, pero sí es cierto que se le notó incómodo en determinadas partes del debate y que no cumplió con las altísimas expectativas que se habían puesto sobre él. En definitiva, fue un debate histórico en varios sentidos y que merece que recuperéis de la web de Atresmedia si no habéis tenido oportunidad de verlo.

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