¿Sabemos qué es la democracia? Porque más allá de enarbolar Constituciones o banderitas de uno u otro color, más allá de condenar bandas terroristas españolas o extranjeras, la cultura democrática se demuestra defendiendo y entendiendo qué significa la democracia, con todas sus consecuencias. El respeto a la libertad de expresión, de prensa, de manifestación y el fomento de la igualdad ante la ley o en la educación se han visto claramente disminuidos en los últimos cinco o seis años. Hemos sufrido una gran pérdida de calidad democrática y las distintas leyes Mordaza, las tasas universitarias, las tasas judiciales o el gran crecimiento del índice de desigualdad en España son claros ejemplos de ello.
Pero cuando hablamos estrictamente de política vemos cómo los políticos españoles son poco amigos (o más bien enemigos acérrimos) de los pactos. La cultura democrática de este país tiene un gran déficit en este sentido. A la falta de mayorías, de mayorías absolutas o de claro bipartidismo se le llama despectivamente "ingobernabilidad". Eso es consecuencia de un sistema electoral que potencia los caciquismos, que da un poder absoluto a quien vence con mayoría, y que potencia los partidos por encima de los ciudadanos, porque entiende que es preferible la estabilidad política a la representación real de los votantes.
Fotografía de Esther Lobato para "El Mundo". |
El caso más claro es el reciente fracaso de Susana Díaz en conseguir ser investida como presidenta de Andalucía. Por lo vísto, Díaz no se quiere dar cuenta de que el paradigma político ha cambiado y que lo que funcionaba en el s. XX no sirve ya ahora. Los nuevos partidos, a pesar de la dificultad de conseguir escaños, son suficientemente fuertes como para poner contra las cuerdas a cualquier partido con intenciones de gobierno. "Esto comienza a ser surrealista" afirmaba Díaz al fracasar su segundo intento de investidura, en un claro ejemplo de una política que no ha comprendido que no tiene cartas suficientes para imponer sus condiciones, que no ha querido ceder a quienes pueden hacerla presidenta. Podemos y Ciudadanos controlan el destino de los andaluces, pero no por poner sus condiciones, no por "hacer chantajes" como dijo Manuel Chávez, sino porque Susana Díaz no ha comprendido que con las migajas ya no se contenta ningún partido de nuevo cuño, como ocurría antes. La incomprensión la puede llevar a la oposición, paradójicamente, o por lo menos, a unas nuevas elecciones.
En un mismo sentido, el tuitero Miguel García afirmaba "El "NO" del resto de Fuerzas al Gobierno de @_susanadiaz sin dar propuesta alternativa, es el "NO" a los Andaluces". Otro error de concepto. Muchos andaluces pueden haber votado al PSOE, pero el resto decide que si no se llevan a cabo determinados cambios, no la van a apoyar como presidenta. De la misma forma que cuando Rajoy se refiere a sus 11 millones de votantes que le dieron la mayoría absoluta, parece no querer recordar que los 29 millones restantes también sufren las consecuencias de sus decisiones y leyes aprobadas a golpe de decreto. De nuevo, el paradigma ha cambiado y las próximas elecciones del 24M van a ser ejemplo de ello.
Sólo por el hecho de que en la mayoría de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas no se va a conseguir seguro una mayoría absoluta, ya se ha ganado mucho. El verse forzados a entenderse, el estar obligados a pactar para formar gobierno, generará unas dinámicas distintas a nivel municipal y autonómico, que romperán con la forma actual de hacer política. El Partido Popular va a perder mucho poder en este país y lo hará a expensas tanto de tener que pactar con Ciudadanos, como por la formación de gobiernos multipartito que sumen una mayoría suficiente para echarles.
Será un primer paso para valorar quien está más fuerte cara a las elecciones Generales. Habrá que valorar si Podemos va a despertar del letargo que el caso Monedero le ha generado, veremos si Ciudadanos cumplirá las altísimas expectativas que han generado las encuestas, si el Partido Socialista se recupera levemente como todos afirman o si se acaba de hundir completamente o si el Partido Popular es capaz de entender el paradigma político que se les viene encima. Lo cierto es que la mayor característica de la política actual es la impredecibilidad. Los resultados electorales en Reino Unido de esta semana han mostrado que la política no se fabrica sólo desde los medios. De nuevo, el mundo real deja en evidencia y refleja el fracaso de las encuestas. Si esto ocurre en España, si los votantes de izquierda no van a votar, si los de centro optan por lo de siempre, si los indecisos se abstienen, todo continuará exactamente igual que hasta ahora. Pero si la ciudadanía está a la altura, los políticos van a tener que aprender a pactar. Y ese, créanme, será uno de los mayores avances en democracia que habrá experimentado este país.
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