La guerra en Ucrania nos lleva a reflexionar sobre los medios de comunicación, sobre la información, sobre el sesgo claro que se está produciendo, sobre el relato que claramente ha ganado el presidente ucranio y sobre las imágenes que vemos en redes o las que vemos en medios de comunicación. Hablando con ello con mi mejor amigo (que en ocasiones me saca absolutamente de quicio, pero por algo es mi mejor amigo), analizábamos esta semana el tratamiento mediático de los medios de esta guerra. Aunque él no esté de acuerdo, como dice el mantra periodístico, “en una guerra la primera víctima es la información”. Realmente la frase original es “la primera víctima es la verdad”, pero siendo el de Verdad un concepto tan debatible y subjetivo, es mejor analizarlo desde un punto de vista informativo.
Desde un inicio, desde antes incluso del infame ataque de Rusia a Ucrania, el sesgo informativo ha sido claro. A favor de Ucrania y en contra de Rusia. Viendo lo ocurrido, analizando los hechos, tiene toda la lógica del mundo, no es en absoluto difícil de entender, pero no podemos olvidar que por el camino se pierden los matices. El gris se pierde claramente en una guerra, porque estás con unos o estás con otros. Poco importa que el presidente de Ucrania fuese un personaje muy poco querido y valorado o incluso considerado como corrupto por sus conciudadanos hace 4 meses, porque ahora es un héroe. Claramente ha ganado el relato. Un conflicto siempre es generador de discursos binarios. A contra B, Buenos contra Malos, hombres contra monstruos. Por mucho que tenga toda la lógica del mundo, aterroriza un poco comprobar cómo todo el mundo ve las cosas en blanco o negro.
Un ejemplo de ello es que este conflicto iniciado por Vladimir Putin también está afectando a muchos ciudadanos rusos, dentro y fuera de su país, que no necesariamente están a favor de la invasión de Ucrania. Fuera del país, siendo objetivo de críticas que no forzosamente merecen, bulling en las escuelas u otras consecuencias que son en muchas formas injustas, porque sufren un castigo por el simple hecho de ser de un país en concreto. Por ejemplo, ¿hasta qué punto es legítimo censurar a los deportistas rusos a participar en certámenes y torneos por el hecho de ser del mismo país que Vladimir Putin? ¿En qué ayuda eso a detener a la guerra?
Otros, se ven forzados a decir si están a favor o en contra del conflicto. ¿Desde cuando una persona debe verse obligada a expresar sus opiniones políticas, religiosas o del tipo que sea, en público, para no sufrir consecuencias? ¿Qué tipo de chantaje es ese? Aunque uno desprecie este ataque ruso a Ucrania, ¿Quiénes somos nosotros para obligar a los rusos a expresarse públicamente al respecto? ¿Quién es occidente, que ha saqueado, aniquilado y bombardeado países con excusas baratas para apropiarse del petróleo de varios países, para obligar a nadie a decir de qué lado está?
Por otro lado, dentro de su país, la disidencia ha sido duramente reprimida y son por lo menos 6.000 los manifestantes detenidos por el régimen de Putin, quien no sólo se contenta con silenciar a sus ciudadanos, sino que también ha cerrado medios de comunicación contrarios al régimen y ha aprobado una ley que prohíbe a dar mensajes periodísticos distintos a los que ensalza su gobierno, con posibles penas de prisión de al menos 10 años para quienes osen dar un discurso distinto. De nuevo, es "con nosotros o contra nosotros". Es decir, ha matado la libertad de información. Es decir, Rusia se ha convertido oficialmente en una dictadura. Y de eso, las primeras víctimas son los rusos.
Y lo paradójico de este artículo es que la situación nos ha llevado a que yo tenga que escribir lo obvio, es decir que, aunque alguien pueda creer lo contrario, me repugna lo que está haciendo Rusia en Ucrania. Las ciudades que está atacando el ejército ruso, la cantidad ingente de víctimas y de refugiados que ha provocado esta invasión. Es la prueba de que esta, como todas, es una guerra en blanco o negro.
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