Es posible que este post debería de haber sido escrito hace una o dos semanas, pero quise esperar que los acontecimientos tomaran un poco de forma para no precipitarme. La primera impresión que me llevé fue de asombro. No acaba de creérmelo. Creí, equivocadamente, que era una ocurrencia, un titular para conseguir desviar la atención sobre otros asuntos o, simplemente, un brindis al sol. Pero al parecer no, ayer se consumó el atentado de los mercados más fuerte sobre nuestra democracia. Y ese atentado, fue ejecutado por un hombre al que he votado en dos ocasiones y que ha defraudado a su país, a la ciudadanía y que ha acabado con las mínimas posibilidades que su partido tenía de ganar las elecciones. En el futuro, se va a recordar a Zapatero como el hombre que consiguió para el PP la mayoría absoluta que tanto anhelan. Tras una buena primera legislatura, ha conseguido llevar a niveles históricos la capacidad para hacer mal las cosas en la segunda.
El hecho de reformar la Constitución no es algo trágico en sí, muchos hemos pedido muchas veces que se reformara para mejorar la proporcionalidad parlamentaria, o para que el Senado sea una cámara útil y representativa, en lugar de un gasto inútil de dinero. A todos nos hubiera gustado que se hubieran abordado estos cambios más pronto que tarde, pero que el único cambio constitucional haya sido el de neoliberalizar nuestro Estado porque los mercados lo exigen ha sido una jugada que nadie esperaba. Una vez más, Zapatero ha sorprendido a todos, esta vez bajándose los pantalones ante Merkel y Sarkozy, y pidíendoles que embistieran a gusto "que a mí en la política me quedan cuatro días". Y poniéndo él mismo la baselina (disculpas por lo gráfico de la metáfora). Pero lo malo es que los embestidos vamos a ser nosotros, la ciudadanía, en lugar de los políticos que la han pertrechado. El PP ha obtenido una victoria inesperada y acogida con los brazos abiertos, en la que se grava en la piedra constitucional una medida claramente neoliberal (por mucho que desde el PSOE nos quieran vender la burra de que no hay políticas económicas de izquierdas o de derechas). Pero lo peor de todo no es el cambio que se ha hecho en la Constitución (el contenido), sino las razones por las que se ha hecho, las formas en las que se ha vendido nuestro país a los mercados, sin darnos opción alguna a la participación.
Los ciudadanos han vuelto a salir a la calle para protestar contra la reforma constitucional y por no poder votar en un referéndum. |
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada